Bloque II. EL VALOR DE LA EDUCACIÓN

Lunes, 4 de abril

EL VALOR LA EDUCACIÓN


En esta clase hemos visto:
La pelicula "BUDA EXPLOTÓ POR VERGÜENZA"  


y el documental "EL SISTEMA EDUCATIVO FINLANDÉS"

BUDA EXPLOTÓ POR VERGÜENZA relata cómo, bajo la estatua del Buda que destruyeron los talibanes y donde aún viven miles de familias; Baktay, una niña afgana de seis años, es incitada a ir a la escuela por el hijo de sus vecinos, que lee los alfabetos frente a su cueva. El problema inicial es que Baktay no tiene cuaderno ni lápiz. Para el cuaderno debe buscarse la vida, como lápiz, decide llevar el pintalabios de su madre, lo que provoca que unos niños, que juegan a ser talibanes, decidan apedrearla. Los niños de la aldea juegan a la guerra con ramas que hacen pasar por fusiles y cometas que representan cazas de combate. Pero no todo es de pega: en este juego, las piedras son de verdad. Cuando atrapan a Baktay, ya tienen a otras tres niñas encerradas en una cueva. Los motivos para retenerlas varían entre que opinan que una niña no debería ir a la escuela o que las pequeñas tienen los ojos demasiado bonitos. Reflejan la sociedad violenta en que viven sus mayores, Buda explotó por vergüenza es una parábola que utiliza los pasajes afganos de la región de Bamiyán, donde los talibanes volaron dos gigantes estatuas de Buda, para mostrar cómo los juegos de guerra practicados por los adultos afectan a los niños y los convierten en atroces copias de sus padres.

El SISTEMA EDUCATIVO FINLANDÉS, es un documental de 60 minutos que describe por qué Finlandia posee un sistema educativo que ha sido situado, por más de una década, como entre los mejores del mundo. Es un sistema educativo muy diferente al del resto de países  y  ha atenido un éxito rotundo. Los alumnos estudian menos, tienen menos tareas, en tanto que los profesores reciben un sueldo competitivo y se encuentran totalmente implicados en su trabajo.

El objetivo de la profesora, al presentarlos en una clase, ha sido mostrar situaciones extremas en educación. Estas circunstancias no me sorprenden pues, en cierta medida, he estado expuesta a extremos. Soy española, pero crecí en Venezuela, país que actualmente está rodeado de grandes dificultades; donde están suspendidas las actividades educativas, por decreto presidencial, una vez a la semana, por falta de electricidad; sumados a los días sin suministro de agua (por ejemplo, en lo que va de año hay universidades que han estado más de 80 días sin el servicio); donde la inseguridad imperante mantiene azotado a los estudiantes y profesores, quienes son interrumpidos en el aula de clase, en los pasillos o transporte público, por atracadores armados, en lo que llaman operaciones comando, para hurtarles sus celulares, portátiles y cuando material de valor lleven consigo; donde el presupuesto no alcanza ni siquiera para reponer equipos, ni materiales, ni sillas, ni pizarras, no hay tinta para las impresoras y el servicio de Internet es de los más lentos del mundo; donde un profesor titulado, con suerte, alcanza un salario por debajo de los 80 euros al mes; donde no se encuentran los alimentos básicos y se incrementa, cada día, la ausencia escolar porque no hay comida en casa, ni agua, ni luz. Yo, no puedo más que tener en la más alta de las estimas todos y cada uno de los días que acudo a clase. Valoro de manera especial la seguridad, el nivel académico y los recursos de que disponemos. Si bien creo que se puede mejorar lo mejorable y luchar por mantener lo que se tiene, a veces llego a ser intolerante con las críticas que se hacen a la universidad, sobre todo, a aquellas que vienen cargadas de desprecio y desvalorización de lo que se tiene. En mi supuesto ideal, les llevo por un día a Venezuela a vivir la realidad de la que hablo….